martes, 27 de agosto de 2013

Estudios de coste-efectividad: ¿Cuánto cuesta una vida? ¿Somos médicos o gestores?

Los trileros de la salud:
Estudios de coste-efectividad

Trileros
Imagen de: musiblogsagraduada.blogspot.com
Empezaré el post con una pregunta para ponernos en situación: ¿Cuántas veces en los últimos 3 años habéis escuchado decir que hay que hacer tal o cual tratamiento/intervención porque es coste-efectivo?

Si vuestra experiencia es similar a la mía, os habréis dado cuenta que, por un lado cada vez nos “venden” las novedades farmacéuticas con más criterios económicos y menos de efectividad. Por el otro, tenemos a la dirección/gestión hospitalaria utilizando los mismos argumentos pero para intentar abaratar. Hasta hace pocos años, lo habitual era casi ni conocer el precio de los tratamientos y guiarse por la eficacia de los mismos. Eran otros tiempos, (no por ello mejores).


Conceptos básicos del análisis de coste-efectividad en tratamientos médicos:

Coste: Habitualmente se consideran sólo los costes directos sanitarios desde el punto de vista del hospital o del sistema sanitario. LA mayoría de estudios incluyen como costes la suma del coste del medicamento y del coste de seguimiento (estancia hospitalaria, consultas externas, análisis o pruebas realizadas). Sin embargo, cada vez hay más “revisiones” publicadas que realizan un análisis mucho más simplista, incluyendo como costes cuando comparan varios tratamientos solo el precio del medicamento, presuponiendo por tanto que los costes de seguimiento en ambos grupos son similares (no siempre es cierto).

Efectividad: Se utilizan datos obtenidos de ensayos clínicos y/o meta-análisis generalmente. En función del tratamiento y el objetivo del mismo, se definen “unidades de efectividad”; Si hablamos de estatinas, podemos definir como efectividad el descenso de X mg/dl de colesterol LDL, utilizar un % de descenso, considerar sólo como efectivos los pacientes que consiguen llegar a bajar hasta límites dentro de la normalidad, etc… Sin embargo, si analizamos la efectividad de un quimioterápico, podremos definir como efectividad la remisión total de enfermedad (tasas de curación) o utilizar medidas cuantitativas como los meses de superviviencia desde que se aplica el tratamiento, por ejemplo.

Es importante entender que, al analizar un estudio de coste y efectividad, las definiciones de ambos pueden ser muy dispares entre estudios, habiendo elegido generalmente el laboratorio la medida óptima para los resultados que buscaban

Coste-Efectividad: Aplicando el sentido común, entenderemos que el concepto de coste efectividad implica la relación entre ambas. Se trata de saber “cuánto nos cuesta” cada unidad de efectividad. Siguiendo los ejemplos anteriores, cuánto ha costado por ejemplo cada cáncer curado o cuánto hemos pagado por cada descenso de 10mg/dl de colesterol.

Hasta aquí todo parece bastante sencillo, se trata de medir y calcular y todos sabemos que “los números no mienten”, ¿no?


         Problemas de los análisis de coste-efectividad:

1.- En ocasiones, las medidas de efectividad tienen una relevancia clínica incierta: Volviendo a las estatinas y partiendo de 100 sujetos con un colesterol medio de 250 LDL. La estatina A, con la que nos cuesta tratar durante 1 año a los 100 pacientes 40.000 euros, ha bajado el colesterol medio hasta 210 mg/dl. Es decir, cada mg/dl de descenso por paciente que incluyamos nos cuesta 10 euros en un año. La estatina B, con un coste de 29.000 euros, ha bajado el colesterol hasta 225. Cada mg/dl descendido por paciente nos cuesta al año 11.6 euros. ¿Quiere eso decir que como la estatina A parece más coste-efectiva debamos comprarla? ¿Hasta qué punto es relevante la diferencia de 225 a 210 mg/dl de LDL?. Como podéis ver, no es tan sencillo. Tendría sentido utilizar la estatina A si hay evidencia científica añadida que soporte que el descenso de colesterol de 225 a 210 aporta algo. En caso contrario, hemos gastado más para mejorar un número en las analíticas.

2.-  Los costes están “maquillados”; Casi siempre, en el momento de poner un precio de mercado a sus fármacos, los laboratorios conocen ya resultados de efectividad. Eso quiere decir que el precio que pondrán será “siempre” coste-efectivo en los estudios, porque si no fuera así, son los primeros que saben que no venderán.

3.- ¿Cuánto podemos pagar por el beneficio?: Este es un problema tanto económico como ético en la sanidad pública. Si lo analizamos desde el punto de vista económico, la recomendación es aceptar como buenos los tratamientos que “cuesten” menos de 30.000 euros por año de calidad de vida ganado (QALY). Esto implicaría que si un tratamiento cuesta 200.000 euros pero alarga la calidad de vida durante 10 años, es coste-efectivo a priori.

Parece sencillo. Pero surgen dos problemas:
Primero, ¿podemos hacer frente de verdad a esos gastos?; Pensemos ahora en una quimioterapia para linfomas infantiles:

El tratamiento A cuesta 20.000 euros y tiene una tasa de curación del 60%
El tratamiento B cuesta 175.000 euros y tiene una tasa de curación del 70%

(Si consideramos que cada niño curado significan por ejemplo 60 QALY):
El tratamiento A, en 10 niños, consigue 6 curaciones, que son 360 QALY, a un coste cada uno de 555,5€ por año ganado.
El tratamiento B, en esos mismo 10 niños, consigue 7 curaciones, que son 420 QALY con un coste cada uno de 4166€.

En teoría el tratamiento A es más coste efectivo, el tratamiento B se encuentra dentro de lo aceptable en términos de coste-eficacia. ¿Debemos entonces poner el tratamiento A y dejar que se muera un niño por ahorrar dinero al ser más coste-efectivos? ¿Ponemos el tratamiento B a costa de incurrir en un gasto total casi 9x mayor?

En esta situación, es bastante probable que desde la gerencia de nuestro centro o incluso desde el servicio de farmacología nos informen del análisis económico.  Quizá lo razonable sería poner el tratamiento A sabiendo que ese ahorro puede ser destinado a tratar a más pacientes (con lo que cuesta la terapia B para 10 niños, puedo administrar el tratamiento A a 87 niños, curando a 52 (60%)) Un dilema tras otro…


En fin, como pequeña conclusión, quisiera plasmar algunas ideas sobre el tema:

-       Los análisis de coste-efectividad son subjetivos en la eficacia, subjetivos en el valor y éticamente cuestionables en ocasiones.
-       Decidir entre varios tratamientos por criterios económicos puede hacer que caigamos en errores e injusticias.
-       La sanidad pública y nosotros como médicos hemos de hacer una reflexión importante: ¿Consiste nuestro trabajo en facilitar el mejor cuidado médico posible independientemente del precio ó nuestro trabajo es gestionar unos “fondos finitos” e intentar conseguir con ellos el mayor beneficio posible para la población en su conjunto?


Como lectura complementaria, os recomiendo;



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